Los niños pasan por muchas etapas. Nacen siendo bebés adorables y poco a poco se van convirtiendo en pequeñines traviesos y divertidos, ávidos de conocer el mundo que los rodea, siempre de la mano de sus padres. Más tarde, sin embargo, llega la temida adolescencia y la compañía de los progenitores les resulta agobiante, llegando incluso a avergonzarse si sus amigos les ven con ellos. Eso, sumado a un temperamento de aúpa y a frases tan clásicas como ese “háblale a mi mano” que esgrimen cuando no les interesa una conversación, hace que muchos padres se pregunten dónde quedó aquel niño pequeño tan sonriente que siempre quería estar con ellos.

Como sabéis, os estoy hablando de la comúnmente conocida como  “edad del pavo”, que por suerte en la mayoría de los casos se cura con la edad, aunque en algunos adultos sea difícil de creer. Como todo lo que nos pasa, estos cambios en el carácter de los adolescentes son algo natural por lo que todos hemos pasado , de modo que no hay de qué preocuparse, pero ¿a qué se debe?

¿Qué ocurre en el cerebro de los adolescentes en la “edad del pavo”?

Mucha gente cree que la mayor parte del desarrollo del cerebro tiene lugar durante los primeros cinco años de vida. Esta creencia lleva a algunos padres a volverse locos tratando de enseñar el mayor número de cosas a sus hijos, por temor a que dejen de ser esponjas de conocimiento y les cueste más trabajo el aprendizaje. Sin embargo, investigaciones recientes han puesto de manifiesto que el cerebro sigue cambiando del mismo modo durante los años posteriores, especialmente entre los 13 y los 19 .

De hecho, la materia gris se va creando hasta llegar a un tamaño máximo, momento que en las niñas ronda los 12 años de edad y en los niños los 14. Por eso, aquello que se dice de que las mujeres maduran antes que los hombres no es feminismo, sino ciencia. A partir de ese momento, el cerebro se vuelve más eficiente, a través de la eliminación de zonas de la materia gris en desuso y el crecimiento de la mielina, que refuerza las conexiones neuronales, permitiendo la transmisión de impulsos nerviosos.

Además de todo eso, como ya sabéis, el cóctel de hormonas que conlleva la pubertad es bastante importante. Todo empieza cuando la pituitaria  comienza a liberar testosterona, estrógenos y progesterona, responsables de los cambios que se producen en los testículos y los ovarios. Pero la cosa no queda ahí, ya que estas hormonas también son culpables de otro tipo de cambios, como una mayor intensidad de la carga emocional asociada a imágenes o sonidos.  He ahí, por ejemplo, la causa de las colas de adolescentes llorando a moco tendido a la entrada de un concierto de Justin Bieber.

Edad del pavo: La explicación al fenómeno “Ni-Ni”

Por otro lado, la zona del cerebro asociada a acciones como planear el futuro o percibir el riesgo, aún no está totalmente madura en adolescentes. Ésta es una de las causas del fenómeno Ni-Ni (ni estudia ni trabaja), pues en muchos casos son chicos jóvenes a los que su futuro les importa más bien poco.  Además, la dificultad para percibir el riesgo de sus acciones también explica por qué muchos adolescentes inauguran el carnet de conducir a velocidades dignas de un coche de bomberos camino de un incendio, especialmente cuando van en grupo. Aunque el hecho de ir en pandilla pueda parecer algo trivial, no lo es en absoluto, pues los adolescentes están en una etapa en la que la conciencia de grupo y la necesidad de sociabilizar es muy importante para no sentirse aislados, por lo que la familia, hasta entonces indispensable en su entorno, pasa a un segundo plano y se le da mayor relevancia a los amigos. 

Ya sabemos por qué son tan temerarios y emocionales y también por qué dan tanta importancia a la pandilla. ¿Pero por qué se vuelven tan ariscos? La culpa la tiene la alopregnanolona, una hormona que se secreta en situaciones de estrés y que, curiosamente, no siempre produce el mismo efecto. En el caso de adultos y niños, actúa sobre el sistema límbico, generando sensación de tranquilidad, mientras que en adolescentes, hace lo propio en el hipocampo, dando lugar a un incremento del estrés y a la irritabilidad.

Después de todo, ya podemos entender un poco mejor el comportamiento de los adolescentes. Sin embargo, si conocer las causas biológicas no os ayuda a sobrellevar mejor sus desplantes, ya sabéis lo que necesitáis. Paciencia, mucha paciencia.

Vía: ASAP Science MCLeans

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