Cigarrillos electrónicos, ¿tan perjudiciales como el tabaco tradicional?

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Hace poco os comentamos en MedCiencia el hecho de que la OMS estaba empezando a mostrar desconfianza en los cigarrillos electrónicos y su masivo uso sin un organismo regulador que los controlara. En aquel momento la preocupación se basaba en el desconocimiento de la cantidad de nicotina que podía contener este tipo de cigarrillo dependiendo de que empresa lo fabricaba. Pero la cosa parece que va más allá, pues resulta que el cigarrillo electrónico sería capaz de causar los mismos cambios a nivel pulmonar a corto plazo que los cigarrillos de tabaco normal.

Al menos así lo afirma el Área de Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), recordando la misma falta de pruebas y evidencia científica que ya ha esgrimido anteriormente la OMS. Así lo comenta el director de la SEPAR, el Dr. Segismundo Solano:

“Cada vez hay más personas que usan el cigarrillo electrónico como método para el abandono o sustitutorio del tabaco. Sin embargo, los profesionales sanitarios no lo recomiendan, ni lo aprueban ante la falta de pruebas y evidencia científica que demuestren que son eficaces y seguros a largo plazo”

“Estos cigarrillos contienen sustancias idénticas a las que lleva el cigarrillo convencional. Además sus efectos a largo plazo son desconocidos y posiblemente sean potencialmente adversos y merecedores de una profunda investigación”

Por otro lado, el Dr. Solano también recuerda que no se conocen por completo los efectos de la inhalación de las sustancias que contienen estos cigarrillos, aparte de la necesidad de una fuerte inspiración, dando lugar a que los usuarios de estos dispositivos realicen entre 120 y 150  inhalaciones al día durante meses o incluso años.

Por otro lado, Solano refuerza sus argumentos con algunos estudios, como por ejemplo un estudio que analizó el impacto de este tipo de cigarrillos en la función pulmonar en pacientes no fumadores, en fumadores sanos y en fumadores con bronquitis crónica (obstrucción crónica de las vías aéreas).

Como resultado, los cigarrillos electrónicos aumentaban inmediatamente la resistencia de la vía aérea, a la vez que disminuían su poder conductor del aire. Y, para rizar más el rizo, los más afectados eran los no fumadores y los fumadores sanos.

Finalmente, también podemos hablar de un trabajo publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine, donde se ha determinado que los jovenes son los mayores consumidores de este tipo de aparatos, esgrimiendo argumentos como que el cigarrillo electrónico es menos perjudicial que el tabaco tradicional (un 79,8% de los encuestados), que les ayudaba a reducir su consumo de tabaco tradicional (un 75,4% de los encuestados) o que lo consumian para acabar abandonando el hábito de fumar (en un 85,1% de los casos).

Como veis, es un tema peliagudo, ya que no hay regulación alguna de su consumo en Europa (salvo la prohibición de su venta a menores de edad, como ya sucede con el tabaco tradicional), ni evidencias científicas sólidas que defiendan su uso respecto al tabaco tradicional. Pero, eso si, algunos países como Australia y Canadá ya han llegado a prohibirlo.

Vía | EuropaPress.

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