Vestidos que cambian de color, la explicación científica

El ser humano es impredecible, como decía un anuncio. Un día aparece una foto mala de un vestido, y en cuestión de horas tenemos Internet dividido en dos bandos pegándose por tener razón sobre el color del vestido. Estoy por asegurar que a estas alturas todos hemos visto y discutido sobre el vestido en cuestión, pero la mayoría seguimos sin saber muy bien cómo puede alguien ver blanco donde otro ve azul o negro donde otro ve marrón.

Vayamos por partes, como decía otro personaje famoso. Lo primero es distinguir entre los hechos objetivos y los hechos subjetivos y así poder inferir finalmente una explicación a este fenómeno. El vestidito de las narices es un ejemplo más de lo que llamamos ilusiones ópticas solo que aquí además entra la percepción subjetiva, es decir, cómo cada cerebro procesa las señales que le llegan.

Los hechos objetivos del vestido

Primer hecho objetivo, el color real del vestido. Cierto es que nadie puede ya localizar el vestido de la fotografía, pero a tenor de lo que circula por Internet, los vestidos que están en venta y la propia foto (aunque a alguno extrañe), podemos estar más que seguros de que el vestido es azul y negro, en concreto los tonos que veis sobre estas líneas.

Ahora vamos con el color de la fotografía. Esto es mucho más fácil de comprobar y cada uno puede realizar la prueba en su casa usando Paint o Photoshop. En la foto, el vestido aparece de color marrón clarito y azul muy pálido. La cuestión que surge ahora es por qué en la foto no se ve como es realmente. Esto se debe a que todas las cámaras llevan un procesamiento de la imagen para corregir el equilibrio de blancos, contraste…etc. En este caso parece ser cosa del balance de blancos y el brillo.

Los hechos subjetivos sobre el vestido

Ahora vamos con lo divertido. Cada uno vemos el vestido a nuestra manera y parece que hay dos corrientes principales: los que ven el vestido blanco y marrón (dorado) y los que ven el vestido azul (o lila) y negro. Luego hay grupos minoritarios que ven una mezcla e incluso hay quien dice ver rojo. Aquí lo importante es que un mismo color se ve de forma diferente por diferentes persona… ¿Cómo puede ser esto? Porque lo que vemos no es la realidad objetiva, hay un paso intermedio en el cerebro que se encarga de procesar los estímulos.

Vamos a dejar a parte diferencias en las pantallas y en las células que captan la luz en nuestros ojos, porque estas diferencias son mucho más sutiles que confundir dorado con negro. El cambio de percepción se produce en nuestro cerebro, donde los impulsos eléctricos se convierten en las imágenes que nosotros vemos. Este proceso cerebral no es objetivo y transparente, depende de cada persona y es de vital importancia para la supervivencia.

recreación de la imagen del ojo

Recreación de imagen recibida por el ojo sin procesamiento del cerebro

El ojo produce tal cantidad de datos por segundo que si el cerebro humano intentara procesarlos todos tardaría tiempo y sufriríamos algo parecido al lag en los videojuegos, donde la imagen se muestra con un cierto retardo. De hecho, la mayor parte de nuestro campo de visión es borroso y con poco color, e incluso tenemos un punto negro en cada ojo; pero no lo vemos porque el cerebro se encarga de corregirlos para mostrar una imagen más uniforme. El cerebro “inventa” información para facilitar nuestra comprensión de la realidad.

La solución al problema del vestido

En el caso del vestido el cerebro se apoya en experiencias previas para ‘corregir’ el color de la fotografía e interpretarlo como el color que cree que tiene el vestido realmente. Algo así como el balance de blanco automático en las cámaras de fotos, solo que no podemos desactivarlo generalmente. La gente que ve el vestido azul y negro, ve el vestido tal y como es sin dejarse engañar por la fotografía; sin embargo, verlo blanco azulado y marrón/dorado significa ver una realidad mucho más objetiva.

Seguro que esta explicación no os ha convencido, así que vamos con los ejemplos. Como podeís ver en la imagen, los cubos A y B parecen tener distinto color; pero si hacéis la prueba del Paint (o tapáis el resto de la imagen con las manos) veréis que son exactamente del mismo color. El entorno en el que se está el objeto hace que nuestra percepción cambie. Nuestro cerebro entiende en este caso que sólo hay dos colores de baldosas: claras y oscuras. Como las de alrededor de la A son más oscuras asimila el color de A al color de las claras, porque pertenece a este grupo.

En palabras del creador de una ilusión similar, Edward H. Adelson:

“El cerebro tiene que decidir cuánta luz viene de la superficie de cada cuadrado del tablero. Esto se conoce como la luminancia de cada cuadrado, por lo que el cerebro también tiene que descifrar cuánta luminancia (o ausencia de ella) es causada por el color de la superficie y cuánta es creada por las sombras. Es decir, tiene que decidir dónde están las sombras y luego compensar por ellas, y ahí es donde empiezan los problemas.”

En el caso de nuestro vestido pasa algo parecido: la parte quemada de la imagen, a la derecha del vestido,  es la que da información al cerebro del entorno. Al ser una franja pequeña y poco visible, la interpretación de cada cerebro se vuelve mucho más subjetiva y personal. El cerebro de cada persona corrige de forma diferente el color de la imagen en busca del color ‘real’ del vestido, lo que resulta en gente percibiendo el vestido como un color diferente.

Pero no hay ciencia sin pruebas experimentales, así que vamos con ellas. La primera es que hay personas (del grupo que lo ve azul y negro principalmente) que son capaces de cambiar esta interpretación y “ver” (o más bien entender) el vestido tanto blanco y dorado como negro y azul. Es un proceso similar al que realizamos cuando vemos un cubo y podemos imaginarlo visto desde abajo o desde arriba, como en la imagen de debajo.

La otra prueba que quiero daros es para demostrar la importancia de entorno. Justo debajo podéis observar un recorte de la imagen del vestido, pero sin entorno. Ahora todos vemos blanco azulado y marrón dorado, incluso los que ven el vestido azul y negro. Esto se debe a que el cerebro no tiene ya un entorno al que adecuar la imagen, por lo que no la procesa y produce una interpretación mucho más objetiva.

En definitiva, el problema del vestido ha causado un gran revuelo en Internet, y no es para menos. Es una prueba clara y contundente de que no todos vemos la misma realidad, aunque no sea radiacalmente diferente. Nuestro cerebro tiene un papel clave en la creación de lo que llamamos realidad visual, que no es más que nuestra propia interpretación del mundo que nos rodea.

Bonus

Como extra os dejo un vídeo para responder a una pregunta que seguro más de uno se ha hecho a raiz de esta fotografía: ¿Es el color rojo que yo veo igual que el rojo que tú ves?

 

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