Guía para cumplir tus propósitos del nuevo año

Hoy despedimos un año más para dar la bienvenida al 2016, y con él comienza ese período esperanzador en el que es posible cambiar nuestros hábitos y costumbres para empezar una nueva (y mejor) vida. Son muchas las personas que redactan una lista numerando los mismos propósitos año tras año, la mayoría persiguiendo un estilo de vida más saludable o enfocándose en alcanzar nuevas metas profesionales. Pero siendo sinceros… Casi todos nosotros acabamos dejando de ir al gimnasio antes de que acabe el mes de Enero, en cuanto la ilusión que nos inundaba al brindar nuestra copa de champán en Nochevieja, desaparece por completo. Hoy en Medciencia os proponemos una sencilla guía para que todos esos deseos no queden en proyecto, sino que se conviertan en realidad.

Antes que nada… ¡seamos realistas!

La principal razón por la que muchos de esos propósitos caen en saco roto es la falta de sinceridad con nosotros mismos. Si una persona no ha hecho nunca ejercicio y de un día para otro pretende entrenar con pesas cinco días a la semana, lo más probable sea que no cumpla su objetivo. Por otro lado, un requisito básico es estar preparados para el cambio. Según los psicólogos, para poder cambiar una rutina y reemplazarla por otra nueva, una persona debe disponer de tres elementos clave: capacidad, oportunidad y motivación.

Muchos pensamos que la promesa de un año nuevo es un motivo más que suficiente para emprender cualquier plan, pero una vez que nos enfrenamos a la temida dieta o al primer examen de inglés, la cosa se complica mucho más porque no estábamos verdaderamente motivados en primer lugar. Así que antes de comenzar a escribir tu lista, pregúntate de verdad lo que quieres conseguir, y si estás preparado para ello.

Cómo elegir los propósitos adecuados

Si te sientes motivado y preparado para enfrentarte a nuevos retos, pero no tienes muy claro qué metas perseguir, puedes comenzar con un ejercicio de interiorización. Es decir, busca algo que te motive a ti y a nadie más. Deja a un lado el qué dirán, la presión social a la que estamos sometidos a diario y quédate con tus auténticas ambiciones. Esto es importante, ya que de acuerdo con numerosos estudios, es más factible hacer algo cuando las razones que nos llevan a hacerlo son internas, y no externas.

Suponiendo que has elegido tus propósitos por buenas razones, la siguiente pregunta que deberías plantearte es ¿estoy física y mentalmente preparado para todo lo que conlleva dicho propósito? Esto depende de lo que se conoce como la fuerza de voluntad, que es diferente para cada persona. No obstante, al contrario a lo que se pensaba, no se trata de una habilidad con la que uno nace, sino que, como un músculo, podemos entrenarlo y fortalecerlo. Con paciencia y constancia, conseguiremos la energía y las ganas necesarias para llevar a cabo cualquier plan.

Caminando a tu propio ritmo

El último paso sería hacer frente a la procrastinación, el peor enemigo de la fuerza de voluntad. Para combatir esa pereza que adormece nuestras verdaderas ambiciones y las cambia por otros placeres inmediatos, podemos copiar la estrategia del adversario. Es decir, dividir nuestro gran proyecto en pequeñas misiones que impliquen alguna clase de recompensa y que de este modo sean mucho más fáciles y llevaderas.

Así, si el objetivo es, por ejemplo, beber menos alcohol, intentaremos sustituir la copa diaria de vino por un vaso de agua o algún zumo natural que nos guste, y dejar el vino para alguna ocasión especial. De esta manera, apreciaremos más cada pequeño esfuerzo sin privarnos por completo de lo que nos gusta. La clave está en hacer pequeños cambios que no modifiquen nuestra rutina de golpe, sino gradualmente. Sólo así lograremos los mejores resultados, disfrutando a la vez del proceso.

Ahora corre, busca papel y lápiz y escribe tus propósitos para el 2016. Puede que coincidan con algunos que ya escribiste el año pasado, o incluso el año anterior a ese. Pero ten por seguro que cuando vayas a redactar tu lista para el 2017, no repetirás ninguno de éstos, porque ya se habrán hecho realidad.

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