Ketamina, ¿nuevo medicamento para los trastornos mentales? – Medciencia

Os hemos hablado en otros artículos del uso del MDMA, el LSD o los hongos para tratar ciertas enfermedades mentales. Hoy vamos a hablar sobre los posibles usos terapéuticos de la Ketamina. Cómo todas no nos referimos al mismo tipo de dosis ni consumo que se utiliza de forma recreacional, pero sin duda su poder de alteración de ciertas funciones cerebrales puede tener ciertos beneficios.

¿Qué es la Ketamina y cómo funciona?

La ketamina es un anestésico, hipnótico, analgésico mayormente utilizado en operaciones quirúrgicas menores, en veterinaria, y también utilizado en casos de quemados graves o cirugía en niños (en ellos produce menos delirios). Produce una especie de anestesia disociativa (disociación entre los sistemas límbico y cortical), durante los efectos de la misma el paciente mantiene los reflejos y movimientos coordinados pero no conscientes, pueden quedarse con los ojos abiertos como en estado cataléptico. Su popularidad aumentó en los años 70 y 80 cuando entro en la escena “disco” como droga con la que se obtenía euforia y dispersión de la mente, por ello recibía popularmente el nombre de “Special K”. La Ketamina es un derivado del PCP o Fenciclidina (más asociado a efectos alucinógenos y reacciones psicóticas).

La Ketamina actúa en el cerebro bloqueando los receptores de Glutamato. El Glutamato tiene una función excitadora en el cerebro, bloqueando sus receptores conseguimos el efecto sedante de la Ketamina. El Glutamato es clave en la formación de memorias en el cerebro. También es antagonista de los receptores NMDA no glutamaérgicos.

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La Ketmina deprime selectivamente ciertas partes del córtex (sobre todo áreas de asociación) y tálamo, pero a la vez estimula otras como el sistema límbico. Esto es lo que  crea la desorganización funcional de vías no específicas en el mesencéfalo y áreas talámicas. La Ketamina ocupa los receptores opioides del cerebro, además de bloquear los canales de sodio en el SNC.

Los uso terapéuticos

Ya se está utilizando la Ketamina para el tratamiento del dolor crónico o agudo, aunque su uso solo está aprobado por la FDA como anestésico general.

Su uso terapéutico en psicología y psiquiatría se enfoca sobre todo para pacientes depresivos o con trastorno obsesivo-compulsivo. Este nuevo uso es el que aún está bajo investigación, pero investigadores de la universidad de Yale encontraron efectos positivos en el 70% de su muestra siendo esta una muestra con pacientes ya resistentes a otros tratamientos, ellos encontraron que una sola dosis podía curar los síntomas de tristeza hasta 7-10 días después. Otra novedad son sus posibles beneficios en el tratamiento del trastorno por estrés postraumático. El tratamiento en cualquiera de estos casos sería por inyecciones intravenosas o intramusculares de dosis única.

El gran problema es que se supone que el tratamiento sería a largo plazo y se desconocen los efectos de esta (y otras) drogas en el organismo a tan largo plazo, también se desconoce la frecuencia con la que deberían administrarse las dosis y cuál es la dosis ideal. Es cierto que estudios han demostrado su eficacia pero queda por demostrar como optimizarla minimizando los riesgos.

Además otro gran problema de esta droga es un pequeño abanico terapéutico, por encima del cual los beneficios no compensan los efectos negativos de la misma y riesgo de reacciones psicóticas.

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Más irónico nos resultará ver que dentro de los efectos adversos están los efectos opuestos a los terapéuticos, de ahí la precaución en su uso.

EFECTOS ADVERSOS A CORTO PLAZO: Náuseas, hipersalivación, depresión respiratoria, efectos cardiovasculares (hipertensión y taquicardia), sedación.

EFECTOS ADVERSOS A LARGO PLAZO: Depresión severa, ansiedad extrema, deterioro cognitivo, problemas de memoria.

Sin duda considero algo positivo que se investiguen estas áreas, dado que hay muchos pacientes que no responden a la medicación “tradicional” y podrían beneficiarse en gran medida de tratamientos “alternativos” una vez estos estén validados.

Fuente: Psychology Today, Vademecum, La agenda del anestesiólogo, Dolor agudo, De psicología, Psiquiatría, Wikipedia.

Imagen: Wikipedia.

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