Aristóteles: los tres fallos del primer físico

Todo empezó una soleada tarde de verano en el Ágora griega… A muchos os sonará esta frase de la serie Big Bang Theory y es que para la física, al igual que muchas otras formas de conocimiento actuales, todo empezó en Grecia. De esta época son grandes mentes como la de Eratóstenes, Platón, Arquímedes… y, cómo no, Aristóteles. Hoy hablaremos de este último, y nos centraremos en sus fallos más importantes, que de sus aciertos hay escrito suficiente.

Aristóteles vivió en el siglo IV a.C. y fue el discípulo más destacado de Platón. Como filósofo destacan las bases de lo que luego sería la filosofía de Tomás de Aquino. Pero probablemente su mayor contribución a la historia fue darle un gran peso a las verdades empíricas creando lo que hoy conocemos como ciencia. Con esta idea Aristóteles emprendió el camino del conocimiento científico, aunque la falta de método le llevó a cometer varios errores.

Cuerpos pesados y cuerpos ligeros

Para Aristóteles existían dos tipos de cuerpos: los pesados y los ligeros. Los primeros tienen tendencia natural a ir al centro de la Tierra, mientras que los últimos tiene a elevarse al cielo. Esta descripción es bastante simplista y a alguno le parecerá infantil, pero lo cierto es que en aquella época una clasificación de los objetos en función de sus propiedades era algo novedoso. Esta es una característica que veremos más en las ideas de Aristóteles, no es tan valiosa la idea como la intención.

Sin embargo, esta clasificación tiene sus problemas cuando entran en juego fuerzas diferentes a la de la gravedad y que por aquél entonces no se conocían. Por ejemplo los imanes naturales o la electricidad estática, son capaces de hacer que objetos que normalmente caen, se eleven. Para Aristóteles lo que ocurría era una transmutación de la naturaleza de los objetos de pesados a ligeros.

La mecánica según Aristóteles

Aristóteles hizo sus pinitos con la mecánica intentando explicar el movimiento de los cuerpos. La primera distinción que realizo es el movimiento terrestre y el celeste. El movimiento terrestre se caracteriza por seguir estructura de cuasiperfección como son las líneas rectas salvo que se actúe sobre ellos de alguna manera (a través de una fuerza). Aquí empiezan las diferencias con Newton ya que el método del griego estaba únicamente basado en la observación.

Es por esto que para Aristóteles, todos los cuerpos se acababan parando a menos que se les aplicara una fuerza que los mantuviera en movimiento. El motivo de que se pararan es que los cuerpos en movimiento se cansan. Luego atacó el tiro parabólico, que descompuso en un movimiento rectilíneo ascendente con un cierto ángulo hasta que al objeto se le acaba el impulso y entonces cae a plomo de forma vertical. Quizás demasiado simple para ser real.

El universo, un lugar perfecto

En cuanto al movimiento celestial, aquí todo es perfección al más puro estilo griego. Los cuerpos celestes son perfectos y como tales son esferas que giran en torno a la Tierra trazando círculos perfectos a su alrededor. Hoy eso nos parece una burrada, pero sin telescopios y con una idea tan elevada de la perfección celestial como la que ocurría en la grecia clásica, esta idea era algo más que razonable.

Y a pesar de todo, era un genio

Pero no debemos confundirnos y juzgar a Aristóteles como un loco o un charlatán. El mérito de Aristóteles, como hemos adelantado antes, no son las conclusiones a las que llegó, sino las preguntas que planteó. Aristóteles fue el primero (el más importante de los primeros al menos) en intentar obtener conocimiento de lo que percibimos por nuestros sentidos. En una sociedad en la que la razón era el bien supremo, el paso de Aristóteles permitió llegar a lo que hoy, tras muchos años de evolución y la inclusión de un método de análisis fiable, llamamos ciencia.

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