Los 6 conceptos sobre pérdida de peso que están cambiando – Medciencia

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Hace poco tuve un par de charlas con dos amigos nutricionistas, cada uno de los cuales con su propia consulta actualmente, y con ambos salió el mismo tema: Los conceptos sobre pérdida de peso y nutrición en general están cambiando mucho. Antes se nos decía que las grasas eran las malas de la película, y hoy sabemos que realmente son los excesos de carbohidratos los que más perjudican a nuestra salud (sin olvidar que TODOS los excesos, en general, son dañinos, algunos son más que otros). Las pautas dietéticas y los conceptos sobre pérdida de peso han evolucionado, y las continuas investigaciones al respecto han ayudado a ello. Antes eramos demasiado generalistas con frases del tipo “la solución definitiva para perder peso”, y eso no existe. No existe algo general, igual que en medicina no existen los tratamientos “definitivos”, pues en los últimos años se aboga más por individualizar a los pacientes, y en nutrición sucede exactamente lo mismo. Veamos 6 de estos conceptos que han ido cambiando.

1. Del “dieta y ejercicio para todos” al “consejo individualizado” para la pérdida de peso

Recetar arbitrariamente “dieta y ejercicio” es ya cosa del pasado, pues el pasado año 2013 la Asociación Americana del Corazón, junto al Colegio Americano de Cardiología, actualizaron por primera vez desde 1998 sus directrices sobre la obesidad, tras analizar 133 estudios al respecto y denominar por fin a la obesidad como una enfermedad propiamente dicha, cosa que no se hacía hasta el momento.

La dieta y el ejercicio es esencial, obviamente, pero faltaba algo más: Consejos individualizados. El comportamiento y la forma de vida de cada persona es tan esencial como una buena dieta, y el asesoramiento, tanto a nivel de dieta (qué, cómo y cuando comer), como a nivel del ejercicio (horarios, qué tipo de ejercicio es mejor), son los protagonistas indiscutibles del momento. No importa solo lo que hay que hacer, sino cuándo y cómo hacerlo.

2. De “comer tres veces al día” a “comer cuando tengas hambre”

Hacer tres comidas contundentes al día, junto a dos más ligeras, era el horario típico a nivel nutricional. Sin embargo, se sabe que esta idea fue exportada por los colonos europeos, y los nativos americanos no la seguían, pues comían cuando querían, sin horarios.

Por otra parte, aunque se ve el ayuno como algo negativo, algunas nuevas recomendaciones apuntan que para la pérdida de peso un ayuno intermitente puede ser saludable, e incluso se ha comentado el uso del ayuno como refuerzo del sistema inmune en determinadas situaciones médicas. Además, de momento en estudios animales, se ha demostrado que reducir el consumo calórico en un 30-40% puede aumentar hasta un tercio la esperanza de vida, aunque esto aún debe investigarse más.

3. Del “entrenamiento de resistencia” al “entrenamiento de alta intensidad” para fomentar la pérdida de peso

En el pasado año 2013 se llegó a publicar un estudio en la American College of Health & Fitness Journal que afirmaba que tan solo 7 minutos de entrenamiento de alta intensidad junto a ejercicios de peso corporal (sin pesas) podían ser más efectivos que 30 minutos de entrenamiento de resistencia (es decir, 30 minutos corriendo, haciendo bicicleta o nadando, a ritmo moderado).

Por supuesto ha habido muchas dudas al respecto de este tipo de entrenamiento, como puede ser el estudio publicado en la revista Obesity, donde se afirma que el entrenamiento con pesas es una forma más eficaz incluso que correr, ir en bicicleta o subir escaleras. Eso no quiere decir que el entrenamiento de alta intensidad no funcione, pues para periodos cortos de tiempo parece ser más eficaz, pero puede que aquí debamos aplicar también el punto 1 (individualizar).

4. Del “comer demasiado engorda” a “comer demasiado cambia tu cerebro”

Anteriormente no se podía dar explicación al por qué la dieta y el ejercicio no parecían funcionar en algunas personas que intentaban realizar una correcta pérdida de peso, pero un estudio de 2013 publicado en el British Journal of Nutrition cambió el concepto: Una mala dieta altera el cerebro.

Y con alterar el cerebro me refiero a lesionar, pues los alimentos hipercalóricos puede llegar a inflamar algunas zonas cerebrales, sobrecargar las neuronas y ocasionar que las hormonas reguladoras del apetito, como la leptina y la grelina, no funcionen correctamente. En consecuencia, el metabolismo corporal cambia, y la regulación del peso también.

Algunos de estos daños pueden ser permanentes, pero otros pueden revertirse con una correcta dieta, reduciendo las calorías y los alimentos grasos, según dicho estudio.

5. De las “dietas basadas en un ingrediente exclusivo” a la “dieta combinada”

Aunque algunos tipos de dietas, como la Paleodieta (centrada en la carne) han triunfado por girar alrededor de un ingrediente en particular, rebajando otros, la realidad es que las dietas bien combinadas, como la Dieta Mediterránea, son las grandes ganadoras. De hecho los estudios afirman que no importa la rapidez con la que se produce la pérdida de peso, sino que importa mantener con éxito una dieta a largo plazo, es decir, aprender a comer bien y no solo a corto plazo.

Además, no es tan solo importante la duración del hábito, sino también saber combinar correctamente los ingredientes y cantidades de grasas, proteínas, hidratos, azúcar y sal, sin eliminar ninguno de ellos de la ecuación, sino tan solo usarlos en su justa medida.

6. La proteína responsable de convertir la grasa blanca en grasa parda

Como ya sabemos, existen dos tipos de grasa: Grasa blanca y grasa parda. La primera, la grasa blanca, tiene como función básica servir de almacén para los excesos de energía, acumulándose alrededor de los órganos vitales y conteniendo hormonas como el estrógeno, la adrenalina, el cortisol o los reguladores del apetito; por su parte, la grasa parda, tiene como objetivo activar el metabolismo y consumir calorías para mantener nuestro cuerpo a una temperatura adecuada.

Evidentemente es mejor tener más grasa parda que grasa blanca, y es posible convertir la segunda en la primera. Casualmente, otro estudio publicado en Obesity ha descubierto cómo es posible producir esto, y parece ser que la responsable es una proteína llamada factor de transcripción Zfp516. Las formas para convertir la grasa también son conocidas, pues van desde la realización de ejercicio físico hasta los climas fríos. Pero conocer esta proteína puede abrir nuevas líneas de investigación para crear fármacos que promuevan la pérdida de peso y combatan la diabetes, por poner algunos ejemplos.

Vía | Medical Daily.

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