Observar un escáner funcional de tu propio cerebro hace que reduzcas tu ansiedad

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Yo siempre he sido de esos que odia el hecho de tener que tratar siempre a los pacientes con algún tipo de medicación, ya que creo que se está sobremedicando a la población (un claro ejemplo son los antibióticos “para todo”, que la mitad de veces no funcionan porque no sirven para el caso, como los resfriados). Por ello, cuando encuentro terapias menos invasivas e “intoxicantes” (recordemos que un medicamento, a la dosis adecuada, puede llegar a ser tóxico), me alegra poder hablar de ellas. En el caso de hoy es la ansiedad y cómo reducirla solo con ver nuestro propio cerebro en funcionamiento.

Si si, habéis leído bien: ver nuestro cerebro en pleno funcionamiento, en tiempo real, puede calmar nuestra ansiedad. En un peculiar experimento a cargo de la Universidad de Yale se probó a enseñar a diferentes pacientes que sufrían de ansiedad sus propios cerebros en funcionamiento, mediante una resonancia magnética funcional. Y, ¡voila!, resultó que los pacientes no solo mejoraban su ansiedad al ver sus propios cerebros en el escáner, sino que fueron capaces de aprender a controlar la activación de las diferentes áreas de su órgano tras solo dos sesiones de observación en tiempo real. Impresionante, ¿no?

Para el estudio se reclutó a 23 voluntarios que afirmaban tener ansiedad por “gérmenes y contaminación”. Así pues, se les propuso ir al laboratorio hasta en cuatro visitas para realizar el experimento. Todos ellos fueron sometidos a resonancia magnética funcional o fMRI, una técnica no invasiva para poder ver la actividad cerebral en tiempo real. Los sujetos, en la primera sesión, vieron imágenes neutras e imágenes diseñadas para provocarles la ansiedad por la contaminación. Así los investigadores estudiaron que área cerebral específica se activaba, en este caso la corteza orbitofrontal (anteriormente relacionada con este tipo de ansiedad).

En la segunda y tercera visitas, los propios participantes miraron las imágenes relacionadas con la contaminación y hablaron con los investigadores de como poder minimizar sus preocupaciones. Clasificaron su ansiedad en una escala del 1 al 5 para cada imagen. Posteriormente, 12 de los sujetos pasaron 90 minutos en una máquina de resonancia magnética funcional para observar, por una parte, imágenes relacionadas con los gérmenes y la contaminación; y por la otra una línea gráfica en tiempo real de la actividad de sus propias cortezas cerebrales. Los otros 11 participantes sirvieron de grupo control, sin ver su actividad cerebral en tiempo real (vieron la actividad cerebral grabada en las sesiones anteriores).

Así, utilizando las estrategias que les habían enseñado los investigadores, los participantes trataron de controlar su actividad cerebral mientras observaban la lectura de esta misma actividad en tiempo real en la máquina de resonancia magnética funcional.

Finalmente, en la cuarta y última sesión, los sujetos volvieron a ver las imágenes que les provocaban ansiedad y volvieron a clasificarse en la escala del 1 al 5. También se sometieron a otro escáner cerebral como en las otras visitas para ver si habían cambios respecto a las últimas sesiones.

Sorprendentemente, los investigadores detectaron que el grupo que había visto su propia actividad cerebral en tiempo real (y no grabada) afirmaba tener menor ansiedad delante de las imágenes en comparación a su primera visita. El grupo que vió su actividad cerebral grabada (el grupo control) afirmaba tener exactamente el mismo nivel de ansiedad que al iniciar el estudio.

Esta es la primera vez que se ha explorado la retroalimentación cerebral en tiempo real como un tratamiento para la ansiedad, según los investigadores. Incluso podría servir como tratamiento para el trastorno obsesivo-compulsivo, según comentan.

Realmente parece ser una técnica eficaz, no invasiva, y bastante “rápida” por lo visto. Como siempre habrá que esperar a futuras investigaciones para saber si en un futuro se aplica o no como una terapia más a tener en cuenta.

Vía | Popular Science.

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