Para mojarte menos… ¿deberías correr o andar bajo la lluvia? – Medciencia

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Por mucho que vivamos en España (o en otra parte del mundo) no podemos escapar de la lluvia. Existen paraguas, chubasqueros y cornisas que nos protegen de ella cuando toca sufrirla, pero no siempre los tenemos a mano, especialmente cuando la lluvia empieza a caer por sorpresa. En esos casos ¿es mejor correr o andar? Hoy buscaremos la respuesta definitiva a esta pregunta.

Lo primero que debemos pensar es ¿Qué hacemos bajo la lluvia? En general las respuestas se pueden agrupar en dos tipos: estamos en un sitio esperando a alguien o algo; o tenemos que ir de un sitio a otro. En cada caso, como podemos adivinar, la respuesta es diferente. Sin embargo la ecuación de mojado es la misma en ambos casos por lo que podemos analizarlos conjuntamente y distinguir entre ellos únicamente a la hora de dar una respuesta.

El caso más sencillo: ¿Correr o andar bajo la lluvia?

Empecemos por el caso sencillo: La lluvia cae verticalmente, de forma uniforme y no hay viento. Con esta simplificación es fácil ver que las gotas que nos caen en la cabeza son las mismas estando quietos que moviéndonos, ya que si esquivamos una gota avanzando un paso nos caerá la gota que estaba un poco más adelante, que es igual que la que hemos esquivado (porque hemos asumido que la lluvia es uniforme).

Es decir, el agua que nos cae en el cabeza solo depende del tiempo que estemos bajo la lluvia, y no de nuestro movimiento.

Cuando nos movemos, vamos recogiendo con nuestro cuerpo gotas que están entre la altura de nuestra cabeza y el suelo. Como estamos en el caso simple y en llueve igual en todo el camino da igual cuánto tardemos, el volumen de agua que nos moja es la superficie de nuestro cuerpo multiplicado por la distancia que recorremos. Cuando avanzamos esquivamos unas gotas (las de detrás), pero chocamos contra las de delante. En resumen, lo que nos mojamos de forma frontal, no depende del tiempo que tardemos, solo de la distancia que recorramos.

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Ahora que sabemos cómo nos mojamos, podemos encontrar la forma de mojarnos menos. En el caso de tener que esperar, el tiempo bajo la lluvia es fijo, por lo que el agua que cae sobre nuestras cabezas ya está fijado. Sin embargo, si nos movemos, también nos mojaremos el cuerpo, por lo que lo mejor es estar perfectamente quietos.

Por otra parte, cuando tenemos que ir a algún sitio, la distancia que debemos recorrer es fija y la cantidad de agua que nos mojará el cuerpo es la misma independientemente de la velocidad; por tanto, debemos intentar minimizar el agua sobre nuestras cabeza, para lo cual debemos tardar el menos tiempo posible en llegar, esto es, correr todo lo que podamos.

Pensando en la lluvia real

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Ahora supongamos que el agua cae oblicuamente, como suele pasar en el día a día. Aunque parezca mucho más complicado, el problema es el mismo. De hecho si giramos nuestro dibujo de forma que parezca que subimos una rampa, el agua vuelve a caer verticalmente y recuperamos el problema anterior, más o menos.

Siendo técnicos, en este caso deberíamos esperar o correr con el cuerpo inclinado el mismo ángulo que la lluvia, aunque esto no siempre es fácil. Un estudio más riguroso sobre este tema ha encontrado, además, que existe una velocidad óptima a la que moverse mientras esperamos, pero tiene un impacto muy pequeño en lo que nos mojamos comparado con estar quietos y eso sin contar que si no tenemos un paraguas, difícilmente tendremos un velocímetro en nuestro bolsillo.

Sabéis que normalmente os animamos a comprobar  y experimentar con lo que os contamos, pero en este caso no. El que quiera demostrar lo que acabamos de explicar es libre de intentarlo, pero que luego no se queje si coge un resfriado. En definitiva, este estudio sencillo puede ayudarnos en el día a día, pero desde luego ninguna de las técnicas explicadas es mejor que un paraguas o una buena cornisa cuando llueve de verdad.

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