Parkinson: ¿podría originarse fuera del cerebro?

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El párkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que conduce con el tiempo a una incapacidad progresiva, así como también desencadena alteraciones en la función cognitiva, en la expresión de las emociones y en la función neurovegetativa. Es el segundo trastorno neurodegenerativo por su frecuencia, sólo por detrás de la enfermedad de Alzheimer.

Cuando se pregunta a los enfermos de párkinson por los cambios que notaron antes de ser diagnosticados, suelen citar tres: hasta 20 años antes han tenido problemas de sueño, problemas digestivos, como estreñimiento y digestiones pesadas, y menos capacidad para captar olores. Estos dos últimos síntomas dieron lugar entre 2003 y 2006 a una serie de estudios que revolucionaron la visión de la enfermedad.

Y de esos años comenzó a surgir la idea de que el Parkinson podría tener un origen digestivo o intestinal. Los estudios vinieron de la mano del veterano médico alemán Heiko Braak, quien detectó que en la mayor parte de los casos esporádicos el párkinson no comenzaba en el cerebro, sino fuera del mismo. Después, investigadores españoles lo corroboraron.

Primeros descubrimientos

¿Qué descubrió este experto alemán? Como se halló hace muchos años, en el párkinson se da una pérdida de neuronas en la sustancia negra, la región del que produce dopamina y permite afinar nuestros movimientos. Asimismo, en la enfermedad se da siempre la presencia de cuerpos de Lewy, cuyo componente principal es una proteína afectada, la alfa-sinucleína. Lo que detectó este científico es que, antes de acumularse en el cerebro, las acumulaciones de cuerpos de Lewi se inician en el núcleo dorsal del nervio vago, que conecta directamente con el estómago. De ahí, van viajando al cerebro pasando por distintos lugares:

  1. Cuando se forman los depósitos en el núcleo dorsal del vago, se generan los primeros problemas, digestivos. Además, cuando este núcleo está afectado, también lo está el sistema nervioso entérico, formado por las neuronas que tapizan el estómago y el intestino y que se han dado en llamar “el segundo cerebro”.
  2. Ascienden por el bulbo olfativo y afectan la capacidad de oler.
  3. Tras años de desarrollo de la enfermedad, se afectan los centros cerebrales de control de movimiento.
  4. Finalmente, al llegar al neocórtex, aparece el deterioro cognitivo.
    Este trayecto en ascenso, se daría, al parecer, como si de una infección se tratara, de célula en célula. La diferencia sería que, en lugar de saltar un virus o una bacteria, saltaría una proteína. Y una teoría cada vez más extendida sostiene que esa proteína se comporta como un prion.

¿Origen externo?

Lo que descubrieron posteriormente los investigadores españoles es que, ciertamente, el origen podría estar en el estómago pero no provocado por un virus, como creía el científico alemán y que no ha podido demostrarse nunca, sino por los pesticidas, entre ellos, la rotenona, un tóxico ecológico que se emplea para eliminar las plagas en los frutales, la sarna y las pulgas. En su trabajo, suministró a varios roedores el producto mediante una sonda gástrica, en concentraciones tan bajas que no se detectaban en el sistema nervioso central ni en la sangre periférica, pero sí en el intestino, donde se producía un efecto arrollador. En pocas semanas, los ratones ya padecían los efectos de la enfermedad en el cerebro.

Queda mucho por constatar y por descubrir, pero la idea de que el párkinson, una enfermedad que acaba siendo eminentemente cerebral, podría comenzar años antes en el estómago.Si se acabara de demostrar, sin duda se abrirían muchas puertas a la prevención y al tratamiento de esta enfermedad aún incurable.

Fuente | Plataforma SINC

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