Por qué no deberías dormir con la televisión encendida

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A todos nos ha pasado: Llega la noche y la televisión está encendida, nos va entrando la típica somnolencia que anuncia que nuestro cuerpo necesita descansar, pero la caja tonta sigue a lo suyo y… nos dormimos, sin llegar a apagar la televisión. ¿A alguien le suena esta situación? Probablemente sí, pues es algo bastante contidiano, pero eso no significa que sea buena idea ni recomendable hacerlo.

Al menos según le ha comentado el Dr. Guy Meadows al conocido Daily Mail, llegando a afirmar que la misma luz de la televisión puede llevar a nuestro cuerpo a la depresión.

La televisión nocturna y la depresión

El Dr. Meadows, profesional del sueño en una clínica de Londres, no exagera con su afirmación. De hecho, tiene bastante lógica, pues la melatonina que corre por nuestras venas y regula nuestro ritmo circadiano diario se altera con facilidad:

“Estamos diseñados para dormir en la oscuridad y despertar con la luz. Cuando sale el sol, los receptores de nuestras retinas nos dicen que es hora de levantarse, inhibiendo la liberación de la melatonina, la cual nos haría ir a dormir”

Por tanto, no es nada descabellado pensar que la luz de los aparatos electrónicos alteren este ritmo (como ya os contamos en alguna ocasión respecto a la luz de los smartphones o tablets, e incluso las mesitas de noche). Los receptores de nuestras retinas son muy sensibles, incluso a esas luces tenues como la que emite la televisión. Esto podría conllevar una mala calidad del sueño, y acabar alterando nuestro estado de ánimo durante todo el día siguiente.

La relación entre la luz y la depresión

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Esta relación entre luz nocturna y depresión se comprobó ya anteriormente mediante un estudio a cargo de la Universidad Estatal de Ohio. En dicho experimento se utilizaron hamsters, los cuales se dividieron en dos grupos tras ser expuestos a luces brillantes durante 16 horas al día. Uno de los grupos, posteriormente, se expuso a verdadera oscuridad; el segundo grupo, sin embargo, se expuso a luces tenues que imitaban a la luz emitida por la televisión.

Tras ocho semanas, los hamsters expuestos a esta luz tenue se evaluaron como significativamente peores en pruebas del estado del ánimo: Bebían hasta un 20% menos que sus congéneres, lo que sugería que no estaban disfrutando igual de las actividades que anteriormente encontraban placenteras. Además, renunciaban antes en actividades como la natación llevadas a cabo en el experimento.

Tras examinar el cerebro de los animales, el grupo privado de verdadera oscuridad tenía grandes diferencias en la región del hipocampo, la cual tenía una menor densidad, algo que se ha podido ver en personas con depresión clínica.

Vía | Elite Daily / Discovery News.

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