¿Qué sabemos de la Piromanía? ¿Es posible su tratamiento?

2004-07-31 Fire

La piromanía se cataloga en las clasificaciones diagnósticas actuales (DSM-IV y CIE -10) dentro el grupo de trastornos de control de impulsos, como la cleptomanía o el juego patológico, trastornos en los que la característica principal consiste en la dificultad para resistir un impulso, una motivación o una tentación de llevar a cabo un acto perjudicial para la persona o para los demás.

La piromanía se define como la presencia de múltiples episodios de provocación de incendios de forma deliberada e intencionada, en los que la persona experimenta tensión o activación emocional antes de provocar el incendio. Suele existir una fascinación por el fuego, sus contextos y sus consecuencias. Muy a menudo, se trata de «vigilantes» del fuego apreciados por las instituciones, el equipo y el personal asociado con la extinción de incendios. Las personas con este trastorno experimentan bienestar, gratificación o liberación de la tensión cuando encienden el fuego, presencian sus efectos devastadores o participan en sus consecuencias. En la provocación del incendio no existe una motivación económica ni responde a otros síntomas, aunque en el trastorno de la personalidad antisocial, la provocación de incendios puede ser un síntoma frecuente.

Aunque su prevalencia es escasa, situandose por debajo del 1%, todos los años por estas fechas, las noticias revelan que muchos de los incendios son provocados, aunque se desconoce si parte de ellos corresponden a individuos que encajarían en este diagnóstico. Finalmente algunos casos, son atribuidos a personas con este problema de control de impulsos del que apenas existen investigaciones científicas. Se sabe que más del 40 % de los arrestados por provocación de incendios en Estados Unidos son menores de 18 años y a esta edad, se relaciona con el trastorno disocial y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Es más frecuente en los hombres y especialmente en los que tienen pocas habilidades sociales y dificultades de aprendizaje.

Respecto al tratamiento, existen pocas alternativas ya que los pocos estudios llevados a cabo se basan en casos clínicos y ensayos clínicos abiertos. Se trata de un trastorno poco frecuente y quien lo padece muy rara vez busca ayuda por temor a las consecuencias legales o falta de conciencia y arrepentimiento sobre el problema. Se ha sugerido que estas personas podrían presentar anomalías en la transmisión de la serotonina, aunque es posible que existan otras alteraciones neurobiológicas, ya que varios informes sobre casos clínicos han observado una respuesta a medicación antiandrogénica y a algunos antipsicóticos. El uso de algunos fármacos empleados en otros trastornos del control de impulsos junto con la terapia de conducta destinada a la identificación y discriminación de los impulsos, su contención y reestablecimiento de nuevas conductas, serían las bases del tratamiento a seguir.

FUENTES: American Psychiatric Association; Actas Españolas de Psiquiatría; Journal of Clinical Psychiatry.

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