Terremotos capaces de producir oro

oro

Alrededor de 1850 se produjo en diferentes regiones del mundo una oleada de migración rápida hacia regiones más rurales. Iban en busca de un elemento que podía hacer rico a la persona que tuviera la suerte de encontrarlo: el oro.

En la actualidad ya no existe la fiebre del oro (si acaso existe la fiebre del petróleo) pero los científicos aún buscan explicaciones para el origen de las minas de oro. Los geologos han sabido por mucho tiempo que las vetas de oro se forman por la deposición del mineral en fluidos calientes que fluyen a través de las grietas profundas en la corteza terrestre. Este proceso es terriblemente lento, por eso el oro es especialmente escaso y de ahí su valor. Sin embargo, recientemente han descubierto que podría existir otra forma mediante la cual se produce oro en la naturaleza, y este proceso se produciría a una velocidad de decenas de segundos… pero se necesita un terremoto.

Una mina de oro no es un túnel con oro incrustado en todos los rincones, sino que se encuentra presente en pequeñas vetas mezclado con otros minerales. El oro es un metal puro, que no tiende a reaccionar químicamente con nada y del que hay una cantidad fija en todo el planeta. La mayor parte se encuentra debajo de la corteza terrestre (que es de donde acaba precipitando formando las vetas de oro) pero una porción importante de oro está presente en el mar. El primer director del Instituto Nobel, Svante Arrhenius, calculó en 1903 la concentración de oro en el agua de mar, siendo de aproximadamente 6 miligramos por tonelada de agua del mar. Aunque sea poco, si calculamos el oro presente en todos los mares veremos que nos bañamos en 8000 millones de toneladas de oro.

Por eso un sueño habitual para diferentes químicos a lo largo de la historia ha sido tratar de buscar un método para extraer el oro del mar. Uno de los intentos más famosos fue el de Fritz Haber, un colega alemán de Arrhenius, con la idea de obtener dinero suficiente para la deuda que Alemania había contraído en la Primera Guerra Mundial. Llego a la conclusión de que la extracción del oro sería mucho más cara que el propio valor del oro y se dejó por imposible. Las predicciones actuales indican que hay 30 miligramos de oro en cada tonelada de agua del mar, y aun así, sigue sin ser una opción rentable para el futuro.

A pesar de no ser útil para nosotros, se piensa que los terremotos son capaces de transformar este oro oceánico en oro terrestre, formando nuevas minas de oro en cuestión de segundos. Cuando hay un terremoto los laterales de unas fracturas llamadas fallas se desplazan en direcciones opuestas, generando la fricción y el temblor característico. Cuando una falla es muy grande pueden producirse pequeñas fracturas a su alrededor con huecos suficientemente grandes como para que se introduzca agua de mar (si la falla está cercana al mar o bajo ella). Este agua de mar se introduce en medio de la falla y actúa de lubricante, disminuyendo normalmente la fricción y la intensidad del terremoto.

Las fallas son muy profundas (normalmente llegan a 10 kilómetros por debajo de la superficie) y en el fondo existen altas temperaturas y presiones. Sorprendentemente el agua no se evapora en estas condiciones, sino que la presión actúa dejando el agua en estado líquido y acumulando una concentración superior de minerales como la sílica y el oro, de una manera similar a cuando usamos una olla a presión para hacer sopa. Cuando se produce el terremoto, la falla se vuelve más ancha por unos segundos y la presión disminuye de golpe, evaporando repentinamente toda el agua de la falla pero dejando los minerales acumulados en ella, incluyendo nuestro preciado oro. Por supuesto, el hueco vuelve a rellenarse de agua y volvemos a empezar el proceso. Según esta teoría, las fallas de todo el mundo podrían tener una gran cantidad de oro en su interior.

Además han comprobado que este proceso se produce incluso si el terremoto es de baja intensidad, ni siquiera hace falta un terremoto especialmente catastrófico para la producción de oro, sino que uno de 1 o 2 grados en la escala Ritcher ya daría resultados positivos.

Probablemente esta sea la causa de la gran concentración de oro que se descubrió en California y que dio pie a toda la fiebre del oro, ya que en california se encuentra una de las fallas más grandes y espectaculares del mundo: la falla de San Andrés. Es posible que esta falla y otras fallas anteriores en el tiempo en la misma zona sean las productoras del oro que atrajo a miles de aventureros durante el siglo XIX.

Aun hay que demostrar esta teoría y se está analizando matemáticamente para ver si es realmente posible. Las pruebas actuales se basan en los minerales que se encuentran junto al oro en algunos de los depósitos del planeta, siempre cercanos a alguna falla. Pero aun así, ya se están planteando diferentes aplicaciones. Por ejemplo, permitiría dirigir la búsqueda de oro hacia antiguas fallas.

Esta teoría también permite introducir el papel del agua en el comportamiento de los terremotos. Cuando el agua se introduce en la falla el terremoto varía su comportamiento, y calcular este cambio ayudaría a mejorar los sistemas de detección de terremotos actuales.

Puede que se produzca una nueva fiebre del oro, sin embargo esta será mucho más peligrosa. Hay que pensar en que lo ideal sería construir minas en regiones con una alta frecuencia de terremotos, lo que daría a la profesión de buscador de oro una nueva dificultad.

Fuente | Nature, LiveScience

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