Una impresión en 3D salva la vida de un bebé

Una vez más la impresión en 3D acapara los titulares de las distintas revistas científicas. Hace poco se habló de que la NASA había invertido 125.000 dólares en una empresa de Texas (EEUU) para ver si es viable la impresión de alimentos con el objetivo de usarlo en futuras misiones espaciales como, por ejemplo, un viaje a Marte. Además, en artículos anteriores de MedCiencia, se comentaron las distintas posibilidades de esta nueva y revolucionaria tecnología, como la “impresión” en 3D de un corazón artificial de células madre dentro de 10 años o la impresora en 3D que “imprime” tejidos vivos sintéticos. Desde luego, esta tecnología resulta bastante abrumadora. Es increíble ver hasta qué punto está avanzando la ciencia.

El implante impreso en 3D

Kaiba Gionfriddo nació con una enfermedad, traqueobroncomalacia, que le impedía respirar adecuadamente. Traqueobroncomalacia significa ‘tráquea y bronquios blandos’, causa por la cual no son capaces de resistir el juego de presiones al que son sometidos, por lo que su luz se acaba ocluyendo siendo evidentemente mortal en un breve plazo de tiempo. Este fue el motivo por el que el doctor de otorrinolaringología pediátrico, Glenn Green, y el investigador de ingeniería biomédica y mecánica y profesor asociado de cirugía, Scott Hollister, se pusieron manos a la obra y, con el consentimiento informado de los padres del bebé, llevaron a cabo toda una genialidad en la Universidad de Michigan (EEUU) que fue publicado en New England Journal of Medicine.

El objetivo que se proponían no era para nada sencillo: la realización de una férula mediante impresión en 3D que ayudara a Kaiba a respirar. Este dispositivo estaba constituido por policaprolactona, un material reabsorbible en 3 años que, una vez transcurrido ese lapso de tiempo, permitiría el crecimiento de tejido sano sin ningún tipo de anormalidad. El diseño se llevó a cabo mediante la realización de imágenes de alta resolución a través de un TAC de tráquea y bronquios de Kaiba que, tras el procesamiento informático, se realizó la impresión.

Una vez que se obtuvo la férula mediante la impresora 3D, se le insertó al bebé, acto tras el cual los pulmones empezaron a funcionar correctamente.

“Fue increíble, tan pronto se implantó la férula, los pulmones comenzaron a subir y bajar por primera vez. En ese momento supimos que Kaiba iba a estar bien”, afirmó Green.

Tras la inserción del dispositivo, se mantuvo la respiración del bebé con respiración asistida durante 21 días para, posteriormente, abandonar el hospital con una traqueotomía. Hoy, un año después, no ha surgido ningún tipo de problema con el implante por lo que ha supuesto todo un éxito, lo cual explicaba la tremenda felicidad que iluminaba los rostros de los investigadores:

“Este caso muestra que la alta resolución de imagen, el diseño asistido por ordenador y los biomateriales de impresión tridimensional, pueden, en su conjunto, facilitar la creación de dispositivos implantables para ayudar a solucionar condiciones específicas de los pacientes”, concluyeron.

Finalmente, cuando el dispositivo se reabsorba tras los siguientes dos años, las vías respiratorias serán capaces de crecer con normalidad.

Conclusiones

El futuro de la medicina se perfila a una medicina personalizada, es decir, a una medicina que atiende a las especificidades de cada paciente. La impresión en 3D permitirá un diseño completamente adaptado al paciente, a cada una de las variables anatómicas presentes en el paciente y sin ningún tipo de rechazo inmunológico. Pero no solo será una medicina personalizada por medio de las impresiones en 3D, sino también gracias a los avances en genética que se están realizando satisfactoriamente. Asimismo, últimamente se está consiguiendo individualizar el tratamiento oncológico en diversos tumores atendiendo a las características del paciente, como es el caso del cáncer de mama que, dependiendo de las proteínas expresadas por el tumor, se realiza un tipo de tratamiento u otro.

Esto es solo el comienzo de un futuro que se presenta cada vez con paso más firme. Es, pues, la gran apuesta de este siglo XXI.

 

Fuente: SINC

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