Recientemente, Naukas ha publicado un artículo excelente comentando una noticia sensacionalista que ha aparecido en Cadena Ser. Os la copio por aquí:

“Se han registrado casos en niños nacidos en los meses posteriores a la explosión de la central nuclear de Fukushima en Japón, en lugares tan dispares como la costa oeste de Estados Unidos, donde las precipitaciones radioactivas llegaron a rozar el 211% más de los normal. En Japón, los problemas de tiroides afectan al 44% de los niños nacidos en el 2011. Lo publica el ‘Open Journal of Pediatrics’”.

Debido al alarmismo de la noticia, ésta se propagó virulentamente por internet y otros medios. No voy a entrar en detalles criticando esta noticia, eso ya lo hacen en Naukas mucho mejor de lo que yo lo haría (y recomiendo encarecidamente leer este artículo; ¡de hecho recomendaría que lo diesen a leer en institutos!). Simplemente voy a resumir los puntos principales y proponer una reflexión.

1. La información de la noticia es falsa: En el artículo de Naukas demuestran claramente como todos los “resultados” vienen de estudios arbitrarios, mal hechos, sesgados o directamente inventados. Toda la información buena que se podría haber sacado ha sido retorcida para que parezca lo más alarmista y sensacionalista posible. Así es mucho más fácil de vender a los periódicos y demás medios que no tienen mucha idea de lo que están publicando, lo cual me lleva al punto dos.

2. Los periodistas NO saben de ciencia: Esto no es completamente exacto ya que algunos periódicos si que se molestan en tener a alguien con conocimientos científicos escribiendo cosas de ciencia; pero en cualquier caso no es algo habitual. Los periodistas no saben de ciencia, eso es un hecho, a la hora de elegir carrera eligieron periodismo en vez de una carrera científica. Y eso está muy bien pero cuando llega el momento de escribir sobre cosas que no conocen aparece un problema, por lo que las noticias se escogen sin mucho criterio y muchas veces se resumen de forma imprecisa. Y ¿qué debería pasar en estos casos? Pues en el caso ideal el periodista se pondría en contacto con un experto (¡o varios!) que le ayudase con el asunto, y creedme cuando os digo que la mayoría de nosotros esta siempre absolutamente encantado de ayudar a un periodista o a quien sea en estos temas. Esto solucionaría el problema pero requeriría cierta atención y tiempo que, por lo visto, la mayoría de las veces no se está dispuesto a dedicar. Mucho menos cuando la noticia que quieren publicar ha aparecido en una revista científica, que es el punto 3. (Que quede claro que esto no es un ataque al periodismo, profesión que admiro y respeto como el que más. Sé que a veces estas cosas son más complicadas de lo que parecen)

3. No todas las revistas científicas son fiables (o incluso respetables): Parece que si algo aparece publicado en una revista científica tiene que ser verdad y eso está muy pero que muy lejos de la realidad. Para empezar los artículos que aparecen pueden ser teorías sin comprobar, resultados preliminares, propuestas experimentales, experimentos inconcluyentes, etc.. todas estas cosas son útiles para los otros científicos que trabajan en ese área pero no para una persona de a pie. Un periodista puede tener problemas a la hora de diferenciar entre un resultado experimental concluyente y una hipótesis loca. Aunque si es verdad que cuando hay un resultado digno de ser publicado, la revista que lo presenta suele mandar una nota de prensa a los medios corrientes. Y aquí es cuando llegamos a revistas de ciencia basura, que se dedican a publicar sobre los temas más controvertidos y sensacionalistas posibles. En estos casos, las publicaciones rara vez cumplen con el rigor científico necesario hasta llegar al punto de que los resultados son casi inventados.

¿Y por qué hay gente que hace esto? Bueno, trabajar de científico no suele ser muy lucrativo (eso en España lo sabemos muy bien) pero hacer artículos sensacionalistas que recorren el mundo y hacerte abanderado de la defensa de los niños con cáncer de Fukushima puede darte fama y dinero (al menos en algunos círculos). Aunque es verdad que a veces simplemente somos chapuzas y descuidados y nos salen artículos de baja calidad; y otras veces la gente cree que su causa es la más justa y hace cualquier cosa por defenderla.

Y, por desgracia, hay muchas de esas ‘causas justas’. La mayoría de temas controvertidos tienen fanáticos que harán lo que sea por imponer su opinión. Opinión que a veces viene motivada por razones desinteresadas y otras veces por motivos menos nobles. Cuando uno se encuentra con un artículo alarmista hay que tener cuidado, sobre todo cuando es sobre alguno de estos temas controvertidos. Alguno de estos temas a los que me refiero pueden ser las centrales nucleares, el calentamiento global o los alimentos transgénicos. Ojo, no estoy posicionándome ni a favor ni en contra de estos temas, sólo estoy diciendo que cuando se habla de ellos se suele hacer de forma alarmista y sensacionalista, con una falta total de seriedad y rigor.

Y aquí es donde volvemos a la ciencia y al método científico. Como ya dije en otro artículo, es a través de la ciencia la única forma que tenemos de descubrir cómo funciona el mundo que nos rodea. Y la ciencia tiene unas reglas. Y si no cumples estas reglas tus estudios no tienen ningún valor real. Por eso, amigos, es importante pensar, usar el sentido común y desarrollar un espíritu crítico: no para dudar de todo sino para que no te puedan embaucar con palabras grandes, brillantes y fatalistas.

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