La sociabilidad, la cooperación y los comportamientos “prosociales” son cruciales para la sociedad humana, y muy probablemente ayudaron al desarrollo del sistema cognitivo cerebral. Sin embargo, a nivel individual, las personas no siempre nos comportamos de manera altruista. En realidad, suele haber variaciones en el comportamiento que van desde el altruismo (procurar el bien ajeno aun a costa del propio) al egoísmo (atención sin medida del propio interés), entendidos como conceptos antónimos. Estas diferencias se dan tanto entre personas distintas como en la misma persona pero en situaciones diferenciadas.

La respuesta a estas variaciones podría estar en la observación de la actividad cerebral, como ha hecho un grupo de investigadores del International School for Advanced Studies en Trieste (Italia) en colaboración con investigadores la Universidad de Udine. Los circuitos del cerebro que se activan ante cada uno de estos comportamientos sugieren que cada uno de ellos corresponde a un análisis cognitivo que hace hincapié en diferentes aspectos de la misma situación. Los investigadores han publicado los resultados en la revista NeuroImage.

En otras palabras, el comportamiento final dependerá de cómo experimentamos la situación, o mejor dicho, de cómo nuestro cerebro decide a experimentarla. Por ejemplo, en una situación muy concreta de necesidad: ¿cuándo vamos a adoptar un comportamiento altruista, incluso a costa de poner nuestras vidas en peligro? O por el contrario: ¿cuándo vamos a comportarnos de forma egoísta?

Imágenes cerebrales

Los investigadores emplearon una técnica de imágenes cerebrales que les permitió aislar las estructuras cerebrales más activas durante una tarea. En los experimentos, los participantes se sumergieron en un escenario de realidad virtual en el que tenían que decidir si ayudar a alguien, y potencialmente poner su propia vida en peligro, o salvarse a sí mismos sin tener en cuenta a la otra persona.

La característica que hace único a este trabajo es que por primera vez se crearon condiciones experimentales “ecológicas”, es decir, lo más cerca posible a una situación real. Hasta ahora, para estudios parecidos se habían empleado “juegos” en los que los participantes tenían que lidiar con ganancias o pérdidas monetarias. Estas investigaciones creaban controversia, al considerar estos escenarios demasiado artificiales y con pocas opciones de dar respuestas reales con respecto al altruismo y el egoísmo en la vida cotidiana. Por otro lado, las obvias limitaciones éticas imposibilitan el diseño de experimentos de campo realistas al 100%. En este sentido, la realidad virtual ha demostrado ser una buena herramienta para mantener la autenticidad de la situación sin poner a nadie en peligro.

Los científicos lograron observar, en el cerebro de los sujetos evaluados, que durante los dos tipos de conducta se activan circuitos cerebrales diferentes. En el primer caso, el área más activa sería la denominada “red de relevancia” (ínsula anterior, corteza del cíngulo anterior), mientras que las estructuras más involucradas en el comportamiento altruista fueron la corteza prefrontal y la unión temporoparietal.

La red de relevancia aumenta la “visibilidad” de los estímulos para el sistema cognitivo, podría hacer que los peligros de una situación concreta sean más evidentes para el sujeto, lo que llevaría al individuo a comportarse de una manera egoísta. Por el contrario, las áreas que son más activas cuando un sujeto decide a comportarse de manera altruista son las que en la literatura científica suelen relacionarse con la capacidad de tomar el punto de vista de otra persona. Esto, por lo tanto, hace que el sujeto empatice más y esté dispuesto a actuar en beneficio de los demás.

Fuente | ScienceDaily

Imagen | Coincoyote auvergne blog “l’autre pays du fromage”

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