El caso del ateo que se encontró a Dios en un picnic

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El paciente T. fue con su familia y algunos amigos a hacer un picnic en una pradera cercana. Mientras comían y charlaban, repentinamente sintió una opresión en el pecho, sintió como el tiempo se ralentizaba a su alrededor y le invadió una profunda paz y tranquilidad. Se sentía sereno y feliz. Pensó que Dios le acababa de bendecir, y cuando miró a su alrededor se encontraba de repente rodeado de nubes en un paraíso, y ahí estaba Dios, delante de él. En unos minutos que le parecieron apacibles horas a su lado, volvió al picnic con sus amigos. Empezó a correr en círculos durante dos o tres minutos gritando: “¡Soy libre!, ¡Soy libre!, ¡Soy Jesús!, ¡Soy Jesús!“. Cuando se detuvo empezó a sufrir convulsiones. Acababa de tener una crisis epiléptica.

La crisis epiléptica de T. es bastante inusual. Los médicos las llaman crisis extásicas y se caracterizan por la sensación de plenitud, de haber sido bendecido, y sufrir alucinaciones de contenido religioso. Sin embargo, el paciente T. era ateo y escéptico, no le interesaba ninguna religión. ¿Qué pasaba dentro del cerebro de T. mientras veía a Dios?

Para estudiar la función de las diferentes áreas de nuestro cerebro, una de las estrategias consiste en examinar casos clínicos de pacientes con una región dañada: si a alguien le falla el córtex visual se queda ciego, si a alguien le fallan los hipocampos pierde la habilidad de generar recuerdos (como al paciente HM), y si a alguien le fallan ciertas áreas de coordinación puede ver el mundo como una película mal doblada.

En cambio existen otros tipos de casos clínicos en los que el área determinada no falla sino que se acelera, lo que provoca síntomas en los que no se pierde una función sino que se gana alguna adicional. La epilepsia focal provoca una sobreactividad alrededor de una región cerebral que llamamos foco epiléptico. Si el foco epiléptico está en el córtex visual el paciente no se queda ciego, sino que sufre alucinaciones visuales; si el foco está en el hipocampo no se pierde la memoria, sino que se producen periodos de flashback y crisis de ausencia. Estudiando estas alteraciones podemos comprender mejor nuestro cerebro a la vez que buscamos una cura.

Las crisis extásicas se producen cuando el foco epiléptico se sitúa en el lóbulo temporal derecho. El lóbulo temporal es un fragmento grande del cerebro que incluye diferentes estructuras en su interior, entre ellas el hipocampo (implicado en memoria y orientación espacial) o el sistema límbico (implicado en las emociones). Normalmente la epilepsia del lóbulo temporal se reconoce por la generación de ausencias, sin embargo, se han visto casos de deja-vu, jamais-vu, hiperfamiliaridad de rostros, alucinaciones visuales, alucinaciones autoscópicas (en las que tenemos la sensación de salir de nuestro propio cuerpo, como en una proyección astral), y cambios de personalidad. De todos los pacientes con epilepsia del lóbulo temporal, un 3% de ellos tienen una combinación específica de áreas hipersincronizadas que provocan una crisis extasica.

Es interesante comprobar que los pacientes con crisis extásicas suelen acabar siendo personajes públicos valorados por su “capacidad” de hablar con Dios. Si leemos el diario de Juana de Arco, hace varias referencias a lo que podrían ser crisis extásicas que sufriría desde su adolescencia:

Tenía trece años cuando escuché una Voz procedente de Dios que me ayudaba y guiaba. La primera vez que escuché su Voz, estaba muy asustada; era mediodía, en verano, en el jardín de mi padre…Oí su Voz a mi derecha, hacia la Iglesia; la mayoría de las veces la oigo acompañada de una luz. La luz viene del mismo lado que la voz. Normalmente es una luz intensa…

Las frecuentes visitas de Dios a Juana de Arco y el fervor religioso de sus seguidores, le permitió crear un ejército que cambiaría la historia de Francia.

Un personaje histórico que se ha confirmado que sufría crisis epilépticas desde su adolescencia era el escritor ruso Fiódor Dostoyevski. En varias de sus novelas hace referencias a personajes con el mismo tipo de crisis.

Si un pequeño porcentaje de los pacientes epilépticos sufren crisis extásicas relacionadas con la religión, ¿eso significa que hay una región de nuestro cerebro implicada en la divinidad? Existen muchos pacientes, como nuestro paciente del comienzo de la historia, que son escépticos e indiferentes frente a la religión, y sin embargo (para su propia sorpresa) tienen experiencias religiosas durante sus crisis.

En un caso clínico de 1970 se describe la historia de un conductor de autobús que sufrió una crisis extásica mientras recogía los tickets de los viajeros.

El conductor se vio superado por una sensación de bendición. Se sintió literalmente en el Cielo. Seguía recogiendo los tickets correctamente, mientras decía a los viajeros lo afortunado que se sentía por estar en el Cielo. Permaneció alterado, escuchando voces angelicales y divinas durante dos días. Después de eso era capaz de recordar la experiencia y continuó creyendo que era real. Durante los siguientes dos años, no hubo ningún cambio en su personalidad ni se interesaba en ninguna religión en concreto. Tres años más tarde, después de tres crisis en tres días consecutivos, empezó a alucinar de nuevo. Sentía que su mente estaba “limpia”. A partir de ese momento, se volvió creyente.

Se ha observado que los pacientes con crisis extásicas acaban convirtiéndose a varias religiones a lo largo de su vida para tratar de encontrar una interpretación que encaje con lo que sienten durante estas crisis. Realmente debe ser complicado, esta crisis epiléptica no afecta al cuerpo ni provoca simples alucinaciones, sino que son capaces de tambalear el sistema de creencias personal. La presencia de diferentes religiones a lo largo del mundo hace pensar que la creencia en algo superior es un mecanismo biológico habitual en nuestro cerebro, y estas crisis se encargan de activarlo de manera repentina. Si quieres llamar a la presencia superior Dios o Alá, solo es cuestión de cultura.

Fuente | Alucinaciones

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