Los pies mágicos y sus divertidas aventuras. – Medciencia

Como llevo una temporada escribiendo artículos sobre problemas mentales y temas que, generalmente, se centran en la cabeza propiamente dicha, he decidido dar un giro y hablar de los pies.

Todos sabemos que los pies (que contienen, por cierto, el 25% de los huesos del cuerpo humano) constituyen un elemento indispensable que usamos para caminar. Ahora bien, ¿por qué tenemos dedos en los pies? Aparentemente, no sirven para nada (aunque yo, personalmente, he escuchado el caso de una persona capaz de escribir en el teclado del ordenador con ellos). Por otro lado, ¿por qué tenemos cinco dedos en cada pie, y no seis, o siete, por ejemplo?

Hay muchas teorías al respecto. El argumento principal que justifica el hecho de tener dedos en los pies es la del equilibrio. Se ha demostrado que una persona carente de ellos sufriría grandes dificultades a la hora de andar. Por otro lado, en el proceso evolutivo, tuvo que haberse dado una mutación que permitiese la adquisición de dichas estructuras. Sin embargo, esta mutación tuvo que darse por alguna razón en concreto; es más que probable que ofreciese alguna ventaja (de no ser así, no habría pasado de generación a generación durante tanto tiempo). 

Se cree que, al ser primates, en tiempos prehistóricos requeríamos dedos en los pies para subir a los árboles sin caernos. No obstante, con el paso del tiempo, nuestros ancestros se adaptaron a vivir en el suelo, y a desplazarse andando (se ha calculado que damos un promedio de 10.000 pasos diarios). De este modo, el tamaño de los dedos de sus pies se redujo de manera considerable a lo largo de los años. De hecho, las uñas de los pies crecen considerablemente más despacio que las de las manos, y esto puede ser un indicio de la pronosticada involución de estas estructuras. Como dato, añadiré que el crecimiento ungular es más rápido cuando hace calor.

En definitiva, tenemos dedos en los pies porque nuestros antepasados los necesitaban. Así pues, es más que probable que, en un futuro, los seres humanos venideros acaben por carecer de ellos, desarrollando, a su vez, otras estructuras que les procuren equilibrio.

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