¿Por qué se produce la dentera? El misterio de la tiza que chirria.

Una de las mejores partes de escribir un blog sobre curiosidades, aparte de dejar volar tu imaginación sobre cosas que no sabes y te gustaría conocer, es el hecho de que tus amigos y conocidos te pregunten cosas que no sabes, y te obligas a ti mismo a buscarlas y así aprender. Hoy se ha dado este caso, y os hablaré de porque nos molesta la dentera, es decir, el típico sonido de tiza que chirria.

Como ya he dicho, la dentera es ese sonido producido por la tiza chirriando sobre una pizarra, un tenedor rascando un plato u otros muchos sonidos (cada persona tiene sonidos diferentes que no soporta). Estos sonidos nos producen un rechazo, una gran molestia. Se nos pone la piel de gallina, se nos tensan los músculos, sentimos hormigueo en los dientes y tenemos deseos de huir del foco de ese sonido… ¿Por qué?

Actualmente no existe una teoría aceptable totalmente sobre el origen a nivel biológico de esta dentera. De momento solo se sabe que las reacciones corren a cargo de una parte del sistema nervioso autónomo o vegetativo, es decir, esa parte de nuestro sistema nervioso que controla las reacciones involuntarias (respirar, el latido del corazón, el parpadeo, el miedo, el hambre…).

Por otra parte, algunos expertos creen que esta sensación de desagrado y ganas de huir tiene un origen evolutivo. Por ejemplo, en los animales, los sonidos agudos como estos son interpretados como señales de peligro (recordemos a diferentes especies de simios que gritan o chillan para advertir a su manada de que hay cerca un depredador y existe la necesidad de huir). Además, los hombres prehistóricos también usaban este sistema, emitir sonidos agudos y chirriantes en señal de alarma.

Como he dicho anteriormente, no existe una teoría solida. Se sabe que los sonidos que producen dentera nos molestan precisamente por su agudeza (incluso creo que existen voces humanas tan agudas que podrían acercarse a producir este tipo de molesta). Estos sonidos son ondas de alta frecuencia, es decir, oscilan muchas veces por segundo. A partir de cierta frecuencia e intensidad, los sonidos nos resultan molestos y pueden llegar a ser dolorosos, dando lugar a que nuestro cerebro reaccione impulsándonos a una reacción de huida.

Como curiosidad os diré que existen aparatos usados (o que se han usado anteriormente) por las fuerzas de seguridad para reprimir diferentes situaciones de peligro, en los que se usan los ultrasonidos por la molestia que causan. Este aparato se llama comúnmente “mosquito” porque hay insectos como este que con su aleteo producen ultrasonidos. Por otra parte, los silbatos para perros también usan este tipo de sonidos, pero en una frecuencia inaudible al oído humano y, por tanto, no dolorosa. Y, por último, están los ultrasonidos usados en la ecografía, que consisten en lanzar ondas hacia el cuerpo y captar su retorno formando una imagen (el uso más conocido es en embarazadas, pero también se usa esta prueba en enfermedades del corazón o del hígado, entre otras).

Así que ya sabéis, si queréis espantar a alguien de vuestra casa o alrededor, que nunca falte un tenedor y un plato o, si lo tenéis a mano, una buena tiza y una pizarra.

Vía: RTVE.

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