Tiempo y sonido en estéreo: el Efecto Haas – Medciencia

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Pondría la mano en el fuego a que no soy el único de los que estáis leyendo esto que considera la música como uno de esos pequeños placeres que hacen nuestra vida mucho más agradable y llevadera; y es que pocas cosas hay mejores que poder tumbarte en el sofá sin nada que hacer, ponerte los auriculares, cerrar los ojos, ajustar el volumen y sumergirte en el mundo al que te lleva el sonido de tu canción favorita. Y encima, al menos para mi gusto, todas estas sensaciones se ven elevadas a la máxima potencia si puedes escucharla en estéreo, sintiendo así como las voces y los efectos se alternan entre uno y otro oído, como si entraran por uno y viajaran por tu interior en busca de la salida que les espera al otro lado.

Son muchas y muy diversas las formas que de hacer que un sonido se oiga en estéreo: desde grabar dos pistas independientes para los lados izquierdo y derecho (como se hacía en los casetes) hasta modulando las señales de una forma específica, como las emisoras de radio FM. Pero hoy os traigo una forma verdaderamente sencilla y curiosa de hacer que un sonido determinado, aunque esté grabado en monoaural, se oiga como un sonido en estéreo, basada en un principio físico descubierto en 1949: el efecto Haas. ¡Atentos sobretodo si grabáis música, pues esto os puede resultar tremendamente útil!

Efecto Haas

El efecto Haas se trata de un efecto psicoacústico descubierto en 1949 por Helmut Haas, quien lo trató en su tesis doctoral. Nos indica, explicado de forma simple, las consecuencias que tiene en nuestra percepción el hecho de que un sonido nos llegue con retraso.

Lo explicaré con un ejemplo: si tenemos dos fuentes sonoras, situadas de forma simétrica respecto al oyente, emitiendo un mismo sonido con la misma intensidad, en la cabeza de este se forma una imagen sonora que sitúa el sonido en el punto medio entre ambas fuentes. No obstante, si uno de los dos sonidos llega con un retardo respecto al otro, incluso aunque estos tengan la misma intensidad, nuestro cerebro lo interpretará como que la fuente que lo provoca está más cercana al oído que capta primero el sonido. Este efecto puede conseguirse también reduciendo en unos cuantos decibelios el nivel de una de las dos fuentes.

No obstante, tampoco vale cualquier retardo, ya que si es demasiado grande escucharemos dos sonidos claramente distintos y si es excesivamente pequeño seremos incapaces de percibir la diferencia. Es recomendable que el retardo esté situado entre 5 y 30 ms para poder apreciarlo bien.

Aprovechándonos de esto, podemos hacer que una determinada pista suene con más intensidad por un determinado oído si introducimos dos pistas iguales en ambos canales (derecho e izquierdo) y retardamos unos pocos milisegundos uno de ellos, consiguiendo así de forma muy sencilla un efecto que puede mejorar mucho la percepción de dicho sonido.

¿Qué os ha parecido, conocíais ya este efecto u os ha sorprendido? Es curioso, ¿verdad? ¡Os invito a, todos aquellos que dispongáis de algún software de edición de sonido (o simplemente a aquellos que seáis capaces de abrir dos reproductores y tener el pulso necesario para reproducir las dos pistas con menos de 30 ms de diferencia) que lo probéis y compartáis el resultado en los comentarios!

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