Un nuevo estudio sugiere que acariciar a las plantas puede ser beneficioso para su salud

arabidopsis_thaliana

Seguro que alguna vez hemos leído o escuchado decir que a las plantas hay que hablarlas o ponerles música para que estén felices o para que crezcan más fuertes. Puede ser que las ondas sonoras pudieran provocar una respuesta que fuese beneficiosa para la planta en algún sentido pero seguro que no es para que la planta sea más feliz (qué manía se tiene a humanizar todo lo que nos rodea).

Pero de lo de que vamos a hablar hoy es distinto. Un estudio publicado en la revista BMC Plant Biology muestra que un leve roce en las hojas de la planta Arabidopsis thaliana hace que sea menos susceptible de desarrollar una enfermedad.

Un leve roce activa su sistema inmunitario

La planta con la que se ha trabajado en el estudio, Arabidopsis thaliana, es el principal modelo biológico en el mundo vegetal, estando a la altura del pez cebra, el ratón o la mosca de la fruta. Este último estudio revela que cuando se frota suavemente sus hojas activamos un mecanismo de defensa innata que produce cambios bioquímicos inmediatos que le hacen más resistente frente al moho gris.

Cualquier roce que sufra una planta, ya sea por lluvia, viento, animales, etc, le genera un estrés mecánico con el que tiene que lidiar y cada planta lo resuelve de diferentes maneras. Por ejemplo, ¿alguna vez habéis tocado la planta Mimosa pudica? Lo que hacen es cerrar literalmente las hojas, cosa que les cuesta mucha energía y que no deberíamos forzar cuando la veamos en los jardines botánicos.

La respuesta al tacto suave de Arabidopsis thaliana activó los genes implicados en el estrés mecánico de modo que aumentaron los niveles de especies reactivas del oxígeno (lo es, por ejemplo, el peróxido de hidrógeno o agua oxigenada) y la capa externa que protege la hoja se volvió más permeable para ayudar a la fuga de sustancias que contribuyen en la respuesta inmunitaria.

Lo curioso de todo esto es que estos mismos mecanismos de respuesta al tacto ocurren también cuando la planta tiene una herida física, solo que con el tacto no hay células dañadas. En ambas situaciones el resultado es el mismo: la planta se autoprotege.

 

Fuente: Biomed Central

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