¿Por qué se da Aspirina ® a los pacientes que han tenido un infarto cardíaco?

Tengo un amigo que siempre me está diciendo (con cariño, espero) que cuando acabe la carrera solo me dedicaré a recetar aspirinas, porque para eso sirven los médicos. Lo peor es que, como casi todo el mundo, cree que la aspirina (o Acido Acetil Salicilico, que es su nombre real), solo sirve para el dolor generalizado o el dolor de cabeza. Pero no, los medicamentos suelen tener más de un uso, aunque siempre se usen mayoritariamente para una cosa en especial. En este caso, la aspirina se usa también para los post-infartados.

No, no es que una persona que ha tenido previamente un infarto sea más propensa a tener dolores de cabeza ni nada similar, la cosa es más compleja. Primero tendremos que preguntarnos, ¿Cómo se produce un infarto?

Bueno, un infarto agudo de miocardio (IAM) se suele producir casi exclusivamente por arteriosclerosis (casi, hay mas causas, pero nos centraremos en esta). La arteriosclerosis consiste en la formación de placas de grasa en las arterias (placas de ateroma), que se van formando durante toda la vida, incluso desde que una persona es adolescente, pero sus consecuencias se sienten en edades más adultas.

Así que imaginemos que las arterias coronarias (las que rodean al corazón y, por tanto, le llevan sangre y nutrientes) son pequeñas tuberías. Ahora imaginemos que esas tuberías poco a poco y con el paso de los años se van taponando, llenándose de grasa y disminuyendo la zona por donde pasa la sangre. Llegará un momento donde esa grasa tapara toda la “tubería”, y no pasará sangre. Para que se produzca ese tapón, aparte de acumular grasa, es necesaria una reacción de coagulación (como cuando nos hacemos una herida), donde participarán las plaquetas o células reparadoras de hemorragias y heridas, y los factores de la coagulación (los cuales forman una especie de malla de fibras para tapar la herida). En ese momento se producirá una isquemia (falta de oxigeno en un órgano) y, si no se arregla pronto, se llegará a la necrosis (muerte del tejido) y por tanto, el infarto.

Esto se produce en todo el mundo, aunque por supuesto las personas con una mala dieta que contenga exceso de grasas serán mucho más propensas a llegar al punto del infarto.

Llegados al punto del infarto, se intenta arreglar el problema, y se hace un cateterismo. Esto es una técnica que consiste en introducir un tubo fino, o catéter, por la ingle (aunque actualmente se hace también por el brazo, más cómodo y menos invasivo) y se intenta abrir la arteria eliminando el “tapón” de grasa.

A partir de aquí, se manda al paciente a casa con una serie de medicamentos, entre ellos la aspirina. Y repito, no es por el dolor de cabeza. La aspirina es un antiagregante plaquetario, a dosis más bajas que las que se dan para las cefaleas. Esto quiere decir que se evitara uno de los componentes de la formación de ese tapón en las arterias, pues si no se pueden unir las plaquetas entre ellas, no podrán formar el tapón, o al menos habrá menos probabilidad de que se forme.

En diferentes estudios se ha demostrado que recetar aspirina en dosis de 75 a 150 mg, evitando la función de las plaquetas, se reduce la aparición del primer infarto hasta un 35%, y se evitará así también la reaparición de un segundo infarto.

En conclusión, hay que tener en cuenta que hay medicamentos que hacen muy bien su función, o que solo conocemos una de sus funciones, pero hay que pensar también que pueden llegar a ser multifuncionales (como las impresoras) y ayudar a otras cosas que no tienen ninguna relación.

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