Si me inyecto la sangre de Lance Armstrong, ¿podré ganar un tour?

La noticia del dopaje de Lance Armstrong ha dado la vuelta al mundo. Este ciclista ha admitido haber mejorado su rendimiento durante las competiciones mediante diferentes sustancias ilegales.

Personalmente no me atrae el ciclismo asi que me reservo mi opinión. Pero aprovechemos las circunstancias para plantearnos una pregunta: ¿Qué pasará si me inyecto la sangre de Armstrong con todos sus “aditivos”? ¿Seré capaz de ganar un tour aunque no haya entrenado nada?

Para responder a la pregunta necesitamos aprender un poco de la bioquímica del dopaje. Nos guiaremos con una lista oficial de los medicamentos y practicas medicas realizadas por Armstrong, hablemos de algunas de ellas y como podrían mejorar nuestro rendimiento si nos la inyectamos.

  • Dopaje sanguíneo

Nuestra sangre transporta glóbulos rojos, unas células encargadas en el transporte de oxígeno a través de todo nuestro cuerpo. Este oxigeno es usado por nuestros músculos (y el resto de células) como carburante, permitiendo su movimiento. Cuando entrenamos diariamente durante varios meses acabamos produciendo más glóbulos rojos para aportar más oxígeno a los músculos, que están trabajando continuamente.

Si nuestras reservas de oxigeno son insuficientes para el ejercicio que estamos realizando los músculos no dan más de sí y aparece un síntoma que todos hemos experimentado: el cansancio. Por eso si logramos aumentar la concentración de glóbulos rojos de manera artificial sustituiremos todos los años de entrenamiento y resistiremos mejor el cansancio. Y la manera más sencilla es añadir una dosis extra de tu propia sangre.

El dopaje sanguíneo se basa en extraer sangre meses antes de la competición, concentrarla para aumentar el número de glóbulos rojos, e inyectarla momentos antes de competir. Si la transfusión es de tu propia sangre se le llama transfusión autóloga (que es difícil de detectar en los controles de doping actuales, ya que la sangre es la misma), y si usamos sangre de otro donante compatible es transfusión homóloga.

En la lista de sustancias de Armstrong también se incluye otra forma de aumentar el número de glóbulos rojos. Son las inyecciones de una hormona llamada eritropoyetina, conocida popularmente como EPO. Esta hormona la producimos de manera natural y se suele suministrar a los enfermos de anemia para aumentar la generación de glóbulos rojos.

Hay un estudio que demuestra que el doping sanguíneo aumenta nuestra resistencia al cansancio hasta en un 34% por encima de lo normal. Así, inyectarnos la bolsa de sangre de Armstrong aumentaría nuestro rendimiento no por ninguna de las sustancias ilegales, sino por la sangre adicional que obtenemos.

  • Testosterona

La testosterona (llamada erróneamente esteroides) es una hormona con múltiples efectos en todo el organismo: incrementa la masa muscular y la fuerza en los deportistas y su producción diaria es 20 veces mayor en hombres que en mujeres siendo la responsable de los cambios en la pubertad masculinos como el cambio de voz y la aparición de vello facial. Ya hemos hablado en Medciencia sobre ella.

El efecto que tendría inyectarnos esteroides sin hacer ejercicio físico continuado es algo difícil de predecir, pero se sabe que el incremento de masa muscular en no-deportistas es menor que en los deportistas. Incluso entre no deportistas, el efecto de los esteroides puede variar de una persona a otra, siendo posible que no tenga ningún efecto. Don Catlin, un farmacólogo de la Universidad de California, estima que la mejora en bicicleta usando esteroides en un no deportista sería sólo entre un 5-15%, dependiendo de su sensibilidad a la hormona.

  • Hormona de crecimiento

La hormona del crecimiento no es demasiado útil para nuestro objetivo por varios motivos. Se ha comprobado que esta hormona incrementa la masa muscular en el deportista a largo plazo, pero no hay ningún estudio concluyente que diga que se aumente su fuerza o resistencia (un musculo grande no significa necesariamente una mayor fuerza). Hay estudios que comprueban que el tratamiento aporta una muy ligera mejoría en el tiempo de recuperación entre entrenamientos. Estos hechos indican que es poco probable que inyectarnos la hormona nos ayude a mejorar nuestro rendimiento de manera instantánea.

  • Corticoesteroides (Cortisona)

La función de la cortisona es reducir la inflamación evitando que nuestras defensas de la sangre viajen al lugar de la infección. Los deportistas lo usan para enmascarar el dolor producido durante el entrenamiento, aportando una ayuda adicional durante la competición. Es difícil de medir su aumento de eficacia en el rendimiento, pero si consideramos no entrenar y subir la montaña con nuestra bolsa de sangre, es poco probable que nos sirva de algo.

  • Conclusiones

Como hemos podido ver, solo dos de las sustancias a las que nos hemos referido podrían tener un efecto directo sobre el rendimiento. La mayoría de ellas no están diseñadas para aumentar nuestra capacidad deportiva rápidamente sino para aumentar los resultados de un entrenamiento continuado. Si nos inyectamos el “coctel Armstrong” nos podría ayudar a subir un puerto de montaña solo en un 10%, el resto del puerto lo subiríamos sin ayuda y con nuestras piernas sin entrenar.

Al final el dopaje no lo es todo en el deporte, el entrenamiento cuenta mucho más. Aunque podamos manipular la cantidad de oxigeno que viaja por nuestra sangre o mitigar el dolor del cansancio, la maquinaria pesada son nuestros músculos y ejercitarlos correctamente requiere tiempo y perseverancia. Por si acaso, voy a guardar una bolsa de sangre en la nevera, quizá algún día me haga falta.

 

Fuente | Popular Science, Nature

Imagen | Only a game

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